Sexualidad y maternidad

Sexualidad y maternidad. El deseo sexual cuando eres madre.

Sexualidad y maternidad

Podemos empezar hablando del embarazo, esa dulce espera, una etapa de ilusión, de centrarse en el cuidado de una misma para cuidar así de tu bebé. Después el parto y el postparto, una etapa de grandes cambios físicos y emocionales. Algunas personas viven muy intensamente el parto y el postparto de manera que  se convierte en uno de los momentos más convergentes de su vida.

Pasada esta fase, ya el huracán del nacimiento del niño o la niña ha ocurrido, y ha pasado. Ya nos hemos recuperado físicamente y seguramente emocionalmente del parto. Ya estamos totalmente enamoradas de ese nuevo miembro de la familia y nuestra atención se centra en esa pequeña personita que nos ha colmado de una felicidad absoluta.  Le dedicamos tanta atención que nos olvidamos de todo lo demás.

De todo lo demás y de los más importante, nosotras.  Hemos dejado de prestarnos atención a nosotras mismas.  Todo es secundario para nosotras, ducharnos, arreglarnos el pelo, ponernos crema, hasta comer.

Podríamos preguntarnos si es cultural o biológica esa manera de volcarnos con nuestros hijos/as? Los papás dedican tanto tiempo a pensar en sus hijos?   Y digo pensar en el más obsesivo pero benévolo de sus sentidos.  Tan intenso es el cuidado de una madre a sus hijos que nos olvidamos de cuidar las otras facetas de nuestro ser? También ( y muchas veces sobretodo)  nuestra faceta de mujer sexuada, deseante y deseada.

Cabe decir que las hormonas y el momento juegan una mala pasada al deseo sexual. Es decir, difícilmente una mujer que se despierta varias, o muchas veces durante la noche, que tiene a su bebé pegado a la teta todo el día y que atiende con prioridad las necesidades de su bebé, le quede energía sobrante para tener relaciones sexuales. Seguramente la energía sobrante la usará para comer, ducharse y dormir un poco.

Algo totalmente natural.  Tan natural que quizá esa disminución del deseo sexual esté provocada de una manera biológica para proteger a esa madre de un posible embarazo en una etapa donde su hijo es muy pequeño todavía. De la misma manera que los niveles elevados de prolactina (hormona que produce leche) inhibe la ovulación y evitan nuevos embarazos.

Pero qué pasa a medida que van pasando los meses. Cada vez hay más energía sobrante. Dormimos un poco más. El bebé va cobrando independencia con respecto a la madre. Donde queda el deseo sexual entonces? Pues bien, el deseo sexual no aparece como quien se descubre una cana frente al espejo. No surge como la sed o el hambre  que son respuestas para cubrir una necesidad vital. Nadie se muere por no tener sexo. Pero que importante es para nuestra salud emocional, para nuestro bienestar en pareja y para nuestra autoestima. El deseo sexual hay que potenciarlo, dejarlo salir, darle una oportunidad. Querer desear, pone en marcha el deseo.

Así que hoy he tomadas prestadas unas palabras de una buena amiga mía, que dice  que  “por muy cansada que esté al llegar la noche, cuando acuesta a los niños deja de ser madre y vuelve a ser mujer”.  Que importante es permitir que el deseo sexual aflore, permitirnos pensar en sexo, redescubrir  fantasías,  reencontrar el espacio para la sexualidad en todo su esplendor. Como una planta que ha florecido, con un cuerpo diferente, un olor diferente, con un brillo especial,  que afronta su sexualidad con la madurez de la maternidad.]]>

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